Leyendo el interesantísimo de Pierre Boyancé sobre el concepto de otium cum dignitate en Cicerón, cita un pasaje del discurso en defensa de Sestio que me ha parecido especialmente interesante, aparte de por no ser una de las referencias habituales en este ámbito, por su enaltecimiento de la dimensión de servicio que tiene la carrera política, tan afín a lo que postula el Evangelio: hemos venido a servir, no a servirnos.
"Todas mis palabras tienen que ver con la virtud y no con la desidia, con la dignidad y no con el placer, con aquellos que creen haber nacido para el bien de la patria, para sus conciudadanos, para la consideración y la gloria y no para el sueño, los banquetes y la diversión. En efecto, quienes se dejan arrastrar por los placeres, quienes se entregan a los atractivos de los vicios y a los encantos de las pasiones, que abandonen los honores, que no afronten responsabilidades públicas, que se contenten con disfrutar de su vida ociosa gracias a los esfuerzos de los ciudadanos de espíritu más decidido. Al contrario, quienes pretenden alcanzar la honrosa estima de la gente de bien (que es la única gloria que verdaderamente puede denominarse así), deben buscar la tranquilidad y los placeres para los demás, no para ellos. Deben sudar por el bien común, deben afrontar enemistades y, a menudo, sufrir tempestades por defender la República: han de enfrentarse a muchos hombres audaces, impíos y a veces, incluso, a los poderosos".
(Cicerón, En defensa de P. Sestio, 138-139. Cito por la traducción de Gredos, vol. III).