Entrevista a Victoria Cirlot


Victoria Cirlot (Barcelona, 1955) es en la actualidad catedrática de filología románica en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y directora del Instituto Universitario de Cultura en dicha universidad. Se ha dedicado al estudio de la Edad Media: cultura caballeresca y mística, realizando diversas traducciones de novelas artúricas de los siglos XII y XIII del francés antiguo, como Perlesvaus o El alto libro del Grial, así como de lírica trovadoresca. Entre sus libros dedicados a la novela artúrica destaca Figuras del destino. Mitos y símbolos de la Europa medieval. En el ámbito de la mística medieval destaca su libro Vida y visiones de Hildegard von Bingen, así como de otras escritoras místicas en La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias de la Edad Media. Ha trabajado acerca del fenómeno visionario en estudios comparativos de la Edad Media y siglo XX: Hildegard von Bingen y la tradición visionaria de Occidente y en La visión abierta. El mito del Grial y el surrealismo. Su libro más reciente es Luces del Grial (2018).

- En su libro De lo espiritual en el arte, Vassily Kandinsky planteaba un triángulo evolutivo en el cual las inquietudes materiales compartidas por el común de los mortales ocupaban la base, mientras que en la cúspide figurarían aquellas otras personas que, como ciertos artistas, se abren a una comprensión trascendente de la existencia humana. ¿Coincide usted con este planteamiento? ¿Es la vocación espiritual una dimensión necesariamente exigente y restringida, compuesta por múltiples renuncias y sacrificios personales?

- Sí. En esa obra fundamental para el siglo XX y también para el siglo XXI Kandinsky comprende la función del artista renovadora, y también proféticamente, pues el artista es el que sustituye en parte a los guías espirituales del pasado. El artista es un “ser ejercitante” en el sentido que le concedió Sloterdijk, es decir, que vive la vida como un ejercicio, pues sólo de este modo podrá mostrarnos lo que cualquiera no puede ver. Vive su vida con un único fin, su arte, en el que se ha refugiado lo sagrado de la existencia humana.

- ¿De qué modo esta concepción del arte entronca con los postulados del mejor romanticismo alemán (Novalis) y, en un sentido amplio, con una visión del arte como "mensajero" entre los mortales y los dioses? ¿Qué épocas y estilos cree usted que han sido más sensibles a esta perspectiva?

- Creo que los artistas en épocas pasadas estaban rodeados de mucha gente (“consejeros”, “mecenas”) y que aunque muchos de ellos participaran de esa función sagrada del arte, no era ese el modo en que en la sociedad se perfilaba su figura.  Me refiero a ¿quiénes eran los artesanos que trabajaron en saint Denis llevando a cabo las reformas pensadas por el abad Suger? Nada sabemos de ellos. Sólo conservamos un nombre: el abad Suger de saint Denis, pero él no fue quien realizó los trabajos. En nuestra época, en cambio, el artista está solo. Es en esa soledad en la que trabaja, a ciegas en muchas ocasiones, ocupando un lugar quizás insospechado, desmesurado, pero que es el que le ha tocado en nuestro mundo.

- La literatura mística, a la cual usted ha dedicado estudios iluminadores, ¿cómo consigue franquear los límites inherentes al lenguaje para acceder a aquello "de lo que no se puede hablar", como lo denominaba Wittgenstein?

Curiosamente lo inefable genera la “fábula mística”, es decir, ese exceso de palabra que da vueltas y vueltas sobre sí misma, anunciando una y otra vez que todo eso no son “sino blasfemias” –como decía Angela Foligno- en relación con la experiencia mística. La paradoja, la contradicción, la negatividad, son las vías adecuadas para franquear dichos límites.

- En la articulación de lo visible y lo invisible, lo patente y lo latente, ¿qué retos debe afrontar el artista, el pintor, el poeta, y cuáles son aquellos autores que, en su opinión, mejor han resuelto esta tensión?

Antes del Renacimiento, antes de Alberti, el objeto pictórico era lo invisible. Desde Alberti el objeto pictórico se redujo a lo que el ojo físico podía ver. Naturalmente esto es muy reduccionista… siempre han existido personalidades, los tiempos históricos son tremendamente híbridos… Con todo, las vanguardias rompieron claramente con los preceptos renacentistas y con Kandinsky, por ejemplo, como dijera Michel Henry, volvemos “a ver lo invisible”. En nuestro mundo, Bill Viola ha afirmado que “siempre estuvo decidido a ver lo invisible.” Su arte es también un claro ejemplo de mostrar lo invisible.

- ¿Qué papel deben detentar el arte y la literatura en la era de la reproductibilidad masiva de sus obras, con la consiguiente pérdida de su "aura", en su relación con la sociedad?

- ¿Qué quiso decir exactamente Walter Benjamin cuando habló del ‘aura’? Creo que esa es una de las preguntas a las que difícilmente se sabría responder, aunque todos creen entender a la perfección lo que significa el ‘aura’. Yo creo que el ‘aura’ o ‘brillo’ de una obra surge de pronto, sea en una reproducción o en el original y que depende de la mirada de quien contempla la obra, de lo que ocurre entre lo que desprende una obra y el ojo del espectador.

- Usted es hija de uno de los mayores poetas en lengua castellana, Juan Eduardo Cirlot, que aparte de su trayectoria literaria dedicó estudios fundamentales a los símbolos y a su valor antropológico para nuestra autocomprensión como seres humanos, abiertos a lo trascendente. ¿Son los símbolos artísticos el último refugio de la espiritualidad humana?

- Gracias. Sí, yo también lo creo (que es uno de los mayores poetas en lengua castellana). Según él, podríamos decirlo así, “los símbolos son el último refugio de la espiritualidad humana”, en la medida en que los símbolos trazan el puente entre el mundo terrenal en que vivimos y el celestial del que apenas tenemos noticia, entre nuestro ser mundano y exterior y nuestra interioridad.

- Por último, ¿qué papel tienen las artes no representativas en la expresión de lo espiritual en el arte? ¿Puede la música constituir uno de sus santuarios más preclaros, o cree que comparte dicho estatuto con otras manifestaciones en pie de igualdad?

- La música nunca se ha visto esclavizada por la referencia a lo denominado “real”, pues no “re-presenta” nada, sino que es “autorreferencial”. En ese sentido es el arte más privilegiada para la expresión de “lo espiritual en el arte”. Pero es cierto que las demás artes supieron muy bien soltarse de las ataduras representativas, liberando la palabra y el color, por ejemplo.


(Publicado en Revista Numen)