«Humanismo, en efecto, no es, como pretende Sartre, sinónimo de antropocentrismo, inmanencia y, en definitiva, ateísmo. En el verdadero humanismo, en el humanismo pleno se habrán de descubrir, siempre, sus componentes sobrehumanos, llámense éstos “el Ser”, como quiere Heidegger, la Trascendencia, como dice Jaspers, Dios en el lenguaje de los teístas o Jesucristo, Dios hecho Hombre, según la fe cristiana. El análisis del hombre remite a un fundamento y una culminación que están más allá de él. “En el hombre hay más que el hombre”».
José Luis L. Aranguren, Sobre el humanismo, 1957